Jóvenes y los últimos conflictos sociales

 2 de

Diciembre, 2022
—Por : Dino Palacios D. *

Los sucesos vividos en el país los últimos años, como el referendo del 21F por reelección indefinida y la suspensión del proceso de elecciones nacionales por fraude electoral han tenido a las ciudades como protagonistas en las movilizaciones sociales. En ese marco es significativa la movilización social producida en el ámbito urbano que fue denominada como “revolución pitita”.

Esa movilización congrega a la población, fundamentalmente urbana y esencialmente juvenil en las ciudades capitales del país. La movilización es nacional y es acaudillada por movimientos cívicos, el CONADE y las universidades. Se inicia con la denuncia de la suspensión del conteo rápido de las lecciones nacionales, el domingo 20 de octubre en la noche, y llega hasta la renuncia de Evo Morales, el domingo 10 de noviembre del 2019.

Bolivia cambia su composición demográfica, transcurrimos de una mayoría rural hacia una población mayoritaria urbana. Este es un viraje fundamental en los imaginarios y en las dinámicas sociales; lamentablemente esa transformación profunda, no se refleja ni en la CPE aprobada en 2009 ni en Plan Nacional de Desarrollo (2016-2020).

La población de Bolivia se estaría aproximando a los 12 millones de habitantes, de ellos 8 millones están concentrados en los tres departamentos del eje central del país: Santa Cruz, La Paz y Cochabamba (2/3 partes). Para el 2021, el 49,8% serían mujeres y el 50,2% varones. La tasa media anual de crecimiento es de 1,4 por ciento, es decir, con relación al año 2020, hay 164.549 habitantes más.

 

AñoTotal Población proyectado
202011.677.451
202111.842.000
202212.006.031

Fuente: INE, 2021

En base a la proyección poblacional, la pirámide poblacional se distribuiría de la siguiente manera

RANGO EDADPOBLACIÓN%
0 y 11 años2.833.10023,9
12 a 17 años1.391.30011,7
18 a 28 años2.333.40019,7
29 a 59 años4.055.60034,2
60 años o más1.228.50010,4

La nueva composición social y etérea del país, se refleja en los conflictos del país, donde uno de los actores fundamentales son los jóvenes del área urbana; con acceso a educación secundaria o universitaria y algunos de ellos pertenecientes a sectores privilegiados económica y socialmente; que realizaban por primera vez en su vida el ejercicio del voto. Jóvenes que articulados por instancias cívicas, vecinales o fundamentalmente a través de las propias redes sociales quienes autoconvocados.

Los de más edad entre esos jóvenes -me refiero a los sub 28- ya se habían bautizado en las calles, articulando movilizaciones y expresiones de protestas durante el referéndum del 21 de febrero del 2016. Recordemos, por ejemplo, aquel numeroso grupo de jóvenes que se instaló en vigilia en el recuento de votos del Órgano Electoral en el campo ferial de Seguencoma en La Paz, para evitar el robo de la decisión mayoritaria. Y también por ellos y por el accionar firme de algunos, el “Bolivia dijo No” se impuso.

Los jóvenes urbanos, son electrónicos y/o regettoneros, algunos “ni-nis” y otros empezando la “U”. Hacen memes, ven o sueñan con youtuberos y juegan a trolear; su espacio y territorio de desenvolvimiento y regocijo son las redes sociales, por lo tanto sus fronteras no son nacionales, son más globales. No leen periódicos -ni siquiera digitales, pues se informan a través de Twitter y de Instagram; el Facebook no es tan confiable, hay mucha gente mayor, dicen. Los motoqueros en “cocha” fueron como la caballería de las películas de vaqueros.

Son rebeldes “contra el sistema”, pro LGTB, con activistas feministas, ambientalistas, y animalistas. Están preocupados por no ensuciar y contaminar. No tienen interés político en un partido o en un líder. Están cansados de la forma en que la gente mayor ve las cosas, especialmente los Bummers a quienes los responsabilizan por el estado de cosas.

Algunos, los menos son millenials, pero la mayoría son la generación Z (GZ). Es decir tienen menos de 21 años, precisamente son los que han nacido en medio de los smarthpones. Son considerados reckless (imprudentes, osados, temerarios) quien sabe por eso mismo hemos llegado donde hemos llegado con su movilización. Los jailones, no fuman el cigarrillo tradicional sino el electrónico (vaper marca Juul) ; porque supuestamente son más sanos.

La cuestión medioambiental es determinante para la motivación en la movilización de algunos grupos juveniles. Detrás hay una historia variada de diferentes acontecimientos significativos. En su momento fue de rechazo a la apertura de una carretera por el medio de un territorio indígena y parque nacional, el TIPNIS que se tradujo en la marcha indígena de 2011. También se expresó el año 2016 como reacción frente a la crisis del agua en la ciudad de La Paz. Y finalmente en los incendios forestales entre julio y octubre de 2019 de los bosques Chiquitanos.

Acaudillaron la movilización enarbolando la “resistencia pacífica”, pero se defienden y para eso usan cascos de motocicleta de bici o de la construcción.

Sin embargo no se trata solamente de transformaciones de orden demográfico y sociales, sino también económicos: “la bonanza exportadora de 2004-2014, la economía boliviana aumentó de dimensión, las ciudades no son lo que eran antes de la bonanza, se redujo la pobreza y mejoró la distribución del ingreso, pero los déficit en justicia, salud y educación continuaron o aún, en el caso de la justicia, empeoraron. Tampoco hubo transformación productiva” (Morales, 2021).

Esa situación se vio agravada por la crisis sanitaria que se vive de manera más intensa en ámbitos urbanos impactando de forma diferenciada en casa sector de la población siendo uno de ellos las mujeres por la incremento de los casos de violencia extrema. La COVID-19 ha mostrado tanto las vulnerabilidades de las ciudades y sus economías ante una pandemia, como también su capacidad de recuperación cuando se planifica y gestiona bien.

* Las opiniones vertidas en este artículo son de responsabilidad de quien la suscribe

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